Patrimonio Etnológico
Autoría textos: Aurelia Balseiro García
El patrimonio etnológico de Burela está en relación con la identidad cultural gallega y vinculado directamente con su economía, clima, geografía, tradiciones, costumbres, etc., por eso incluye bienes materiales (muebles e inmuebles) e inmateriales.
Las construcciones populares de este patrimonio etnológico tienen una finalidad práctica fundamentalmente, mezclan la funcionalidad con la sabiduría tradicional convirtiendo muchas veces la sencillez en belleza.
La mayoría de las construcciones populares auxiliares se conservan bastante alteradas: fuentes, lavaderos o algún pozo, no obstante, además de su valor intrínseco tienen mucha relación con el patrimonio inmaterial a través de costumbres, usos o tradiciones orales que llevan relacionadas. Sin embargo, son los hórreos o cabozos las construcciones más representativas y numerosas.
Los horreos/cabozos en Burela
El hórreo puede considerarse una de las construcciones más características de la arquitectura popular gallega porque es una parte muy visible de nuestro paisaje e idiosincrasia.
Además de ser un bien inmueble del patrimonio etnológico, tiene gran interés antropológico y su estudio debe de ser interdisciplinar y vinculado al patrimonio inmaterial.
Actualmente son bienes de interés cultural los anteriores a 1901 (Ley del 5/2016 del PCG). En la Marina lucense se denominan cabozos más que hórreos.
Su aparición puede remontarse a la protohistoria puesto que nace como almacén de cereales; luego, con la introducción del maíz/ maínzo en nuestra agricultura1
(s. XVII), pasa a utilizarse fundamentalmente para esta gramínea.
Hasta el siglo pasado la economía de las zonas costeras gallegas como Burela combinaba la agricultura con la pesca, tanto de forma estacional cómo continua, y los cabozos conservados eran una muestra o consecuencia de esa parte de la economía rural. Además la dieta alimenticia se complementaba con dicho sector de la pesca, documentado en Burela desde época medieval debido a la riqueza pesquera de nuestra costa, por eso es normal que los hórreos se situaran incluso cerca del mar, siempre alrededor de las casas o al lado de sus eras, colocándose en busca del viento para que estuvieran bien aireados, y próximos a las viviendas.
Aunque hasta el último tercio del siglo XX se utilizaban habitualmente, los cabozos ya iban perdiendo parte de su integridad al usar criterios distintos y materiales modernos en su construcción y reparación sustituyendo o diversificando su función original hacia otros menesteres. Con el abandono de su destino como almacén de determinados productos que garantizaba su conservación para el consumo cotidiano durante todo el año, se fue perdiendo la necesidad y por lo tanto, su cuidado deviene en el abandono, excepto los de nueva planta relacionados con cuestión decorativas y ornamentales como los ubicados en áreas recreativas.
Su estructura es el resultado del uso como granero: es alto y estrecho para aislarlo del suelo y de los roedores, facilitando así la ventilación para que el contenido permanezca seco.
El cabozo rectangular a cuatro aguas es el más típico de Galicia y de la marina lucense. En cuanto al material constructivo aquí predomina la piedra combinada con la madera, material este más utilizado desde la Edad Media hasta el S. XVIII, cuando empiezan a aparecer ya íntegramente de piedra en algunas zonas. Algunos además tienen algún detalle decorativo como los finales de las cubiertas en forma de cruz, pináculos o los esgrafiados ornamentales y relieves indicativos de sus propietarios, de la fecha de construcción, etc.
En Burela son característicos los de planta rectangular, con cubierta a cuatro aguas, de madera con estructura de piedra (hórreos mixtos) de los cuales tenemos bastantes ejemplos y, en general, se integran en los hórreos típicos de la Marina Lucense, que suelen ser altos, estrechos, cortos y generalmente pequeños, con cubierta de loseta y dos o tres pies de apoyo en función del tamaño de la cámara superior.
En otros lugares como Ribadeo o Mondoñedo ya cambia la tipología estableciéndose unos modelos específicos para cada zona, pero en Burela son de tipo mixto.
Notas al pie:
1 Según Bouza Brey (1953) el primer maíz de América que se plantó en Europa tuvo lugar en 1604 en sendas parcelas de Mondoñedo y Tapia de Casariego. BRAH.